30 de junio de 2014

¿Tablets en el aula? Sí se puede.

Las tablets cada vez están más presentes en la vida de nuestros alumnos. Ellos tienen una tablet, o sus padres, o sus tíos, o sus abuelos... Alguien de su entorno cercano puede que tenga una tablet, pero, en clase... ¿Puede haber tablets?
En un encuentro organizado por dos asesoras del CFR de Vigo nos presentaron la idea de que sí se podía. Al verlas tan seguras y convencidas de las prestaciones y posibilidades de esos dispositivos como herramienta didáctica, yo pensé: Yo también quiero llevar una tablet a mi aula.
La siguiente preguna fue: ¿Podré hacerlo?
Al principio se te ocurren muchos impedimentos: no tengo experiencia, no conozco apps suficientes, no tengo suficientes dispositivos para todos los niños, se van a pelear por él, van a romperlo, no lo van a saber usar, no tengo red wifi, mis compañeros no lo van querer usar... Pese a todo esto, yo seguía pensando: yo también quiero llevar una tablet a mi aula.
Así que me atreví. Pedí una tablet prestada al Centro de Formación, me familiaricé con ella, me puse a buscar por internet apps para educación y llevé el dispositivo al aula.
Desde el primer momento que el dispositivo apareció en clase, mis alumnos de 5 años lo acogieron como un elemento más, pero aprovechando al máximo las posibilidades que éste ofrece: de repente el aprendizaje con apps se convirtió en un proceso colaborativo en el que todos aportaban para conseguir un resultado común; los alumnos con más práctica se convertían en maestros de los compañeros que tenían menos experiencia en estos dispositivos; la motivación de cara a los aprendizajes de las capacidades curriculares aumentaba mucho más que trabajando con materiales tradicionales; los alumnos se ordenaban para participar, respetando los turnos y superando la frustración de cuando no les tocaba; el aprendizaje adquiría una dimensión global, mezclando competencia lingüística, con matemática con artística, con competencia digital, etc...; la confianza al manejar una herramienta conocida para ellos hacía que la probabilidad de éxito en el proceso de aprendizaje fuera mucho mayor ...

Casi un mes y medio después de estar siendo testigo de los beneficios de la tablet, no sólo yo quedé convencido de que estos dispositivos deben tener un sitio en el aula, sino que esa idea traspasó las paredes de mi aula y caló en mi centro.
A raíz de mi experiencia, el equipo directivo quiere apostar por el cambio metodológico que estos dispositivos ofrecen. Se han adquirido siete tablets y durante el curso que viene se llevará a cabo un plan específico de formación permanente para el profesorado sobre el uso de estos dispositivos como herramienta didáctica en el que participarán 22 de los 30 maestros del centro.
Esto demuestra que el motor de cambio pedagógico empieza en uno mismo. Sólo hay que atreverse. Por eso si se os plantea la pregunta: ¿Tablets en el aula? Yo ahora también digo: Sí se puede.

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